jueves, 7 de junio de 2012

EL TREN



Hacía tanto tiempo que no visitaba la estación del tren, que apenas la reconocí.
Cuando entré… estaba  tan cambiada.
Es curioso, ahora me parece todo más pequeño. La taquilla más estrecha, el señor que vendía los billetes mucho más viejo, los bancos, entonces de madera, los habían sustituido por sillas de plástico, con mucho diseño, si, pero muy impersonales también.
Poco quedaba de la estación que pervivía en mi recuerdo.
Ya no colgaba del techo el enorme reloj de color verde con la esfera blanca y los números  negros. Si cierro los ojos puedo verlo como cuando era una niña.
Y el viejo kiosco, también de color verde, con aquella señora dentro, siempre estaba dentro. De pequeña pensaba que había vivido siempre allí. También había desaparecido.
En su lugar, se levantaba un moderno ascensor de cristal y acero, que daba a la estación un aire más funcional, pero menos romántico.
Tampoco se veían esos andenes de color gris confundidos con el olvido. Ni ese trasiego de pasajeros con sus maletas, marchando en todas direcciones, saliendo como un río de lava por las puertas del tren.




Ni ese sonido inconfundible e intenso del silbato, que anunciaba que el tren se iba a poner en marcha; ni tan siquiera esa voz mecánica de la incansable señorita anunciando el regreso o la partida de algún tren. Aún reverbera en mi memoria el soniquete: “tren expreso procedente de Madrid destino Badajoz  va a hacer  su entrada en vía segunda andén primero”
Por no hablar de los bulliciosos viernes por la tarde. ¡Como llegaban los trenes! Cargados de gente, estudiantes, soldados, niños, ancianos… personas tan dispares que a medida que se bajaban del tren llenaban la estación. Parecían extras de una película antigua.

Y allí al fondo, como molinos gigantes, estaban olvidadas las grúas que cargaban y descargaban los contenedores, sumidas en el letargo invernal, o quizá la hora del almuerzo. Las recordaba en color sepia, como el recuerdo de una foto, con ruedas dentadas, siempre en movimiento, pero ahora allí estaban…multicolores, enormes, paradas.

De repente todas esas imágenes se agolpaban en mi mente. No sabía si soñaba despierta, o en mi afán de recordar cómo era, me había trasladado en el tiempo; fue sólo un instante, allí estaba todo como antaño…el reloj, el kiosco, el viejo tren mercancías llegando con oxidado traqueteo, ese olor a grasa que desprendían las traviesas de las vías…me estaba asustando,  parecía todo tan real…
Miré de nuevo hacia las vías y todo estaba tan desierto como cuando entré en la estación, sólo la señora de la limpieza, que se esmeraba por quedar brillante el andén, parecía el único pasajero que había quedado.
Ya no se escuchaban los anuncios de las llegadas ni las partidas de los trenes. Había un silencio inusual a esas horas del día, en las que la vida fluía por todos lados.
Un ruido espantoso inundó mis oídos, un largo y agudo chirrido de ruedas frenando en las vías. Surgido de la nada apareció un tren, perdido en el tiempo y, quizá, en el espacio.
Abrió sus puertas, y arremolinados salieron montones de niños corriendo y gritando llenando aquel espacio con sus voces, y no me hubiera extrañado, de no ser porque…sus peinados y sus ropas parecían sacados de otra época, de un cuadro detenido en el tiempo. No podía dar crédito a lo que veían mis ojos, los volví a cerrar, me pareció oír como el ruido se iba apagando.
De nuevo miré al andén…todo estaba desierto como cuando entré en la estación, sólo la señora de la limpieza…parecía el único pasajero.




Texto y primera foto:Pepa Cid
Fotos: Angel Solit Ario

5 comentarios:

  1. Haces que pueda vivir, como si fuese mi propia vida, esos relatos en primera persona. La magia de tus palabras es inmensa...

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  2. no sabes como me alegra que te sientas identificado con el relato. Gracias
    por tus palabras, me animan a seguir en este mundo de magia.

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  3. Me encanta lo bien que describes las situaciones, personajes, momentos..Enhorabuena Amiga.

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    1. gracias Pedro, encontrar quien te anime en este camino hace más llevadera la soledad que acompaña a veces al que escribe, y de eso tu sabes algo verdad?

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  4. Como cada cosa que escribes, me hace transportarme a la historia de tu relato, gracias querida amiga por hacerme soñar <3

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